miércoles, 11 de mayo de 2011

CARTA DE ANA MARIA GIL CHAMPREDONDE


A continuación el texto de la carta de Ana María Gil Champredonde
Sra. Renza, millones de argentinos conocemos la verdad, siga luchando, no abandone, nosotros desde acá, por internet y por correo electrónico hacemos lo nuestro esperando que alguien se digne a convocar a una gran marcha por las víctimas del terrorismo, hoy olvidadas…
Como homenaje a ud., a su esposo, a su hermosa hija y a su hijo, vaya esta carta de su sobrina.
Se­ñor Di­rec­tor:
“«Y una mañana todo estaba ardiendo…» dice Neruda en su bellísimo poema «Explico algunas cosas» y los ecos resuenan ante todo hecho de barbarie incomprensible.
“Como tantas otras así habrá sido la desoladora mañana del 75, en que un coche bomba maliciosamente estacionado a las puertas de la Universidad de Belgrano, llenó de bulones la cabeza de la ejemplar estudiante Laura Ferrari, quien esperando la nota luego de un examen, compartía el momento con otras compañeras en un automóvil contiguo.
“Así perdió mi tía Renza a su joven, bellísima y entusiasta hija. Puedo apenas sospechar el dolor de esa madre y de todas las madres que sufren ese indiscutido dolor extremo.
“Mi tía Renza usó pañuelos blancos sólo para enjugar su llanto, para calmar la frente afiebrada de su esposo, ya tan quebrado por otros dolores del vivir, y probablemente para despedirlo más tarde en su deceso.
“Mi tía Renza tuvo siempre mi callada admiración, la que despiertan los espíritus grandes. Desde entonces y hasta ahora su vida sigue siendo un verdadero canto a la vida a pesar de todo y contra todo, sin reclamar obstinadamente nietos que ya no tendrá, sino convirtiendo sabiamente su dolor en fuente de creación: sembrando su huerta, alegrando con su amor y cuidado inmensos a su otro hijo varón, afectado desde siempre por muy serias deficiencias físicas.
“La indignación ante el recuerdo de los hechos aberrantes que ocurrieron en nuestro país poco después la he vivido horrorizada y su condena como legítimamente justa. Dejo este testimonio, sin embargo, para que la memoria ¡por Dios! abarque a todas las víctimas de esa época atroz, incluso a los seres anónimos para quienes los largos años desolados, también pasaron.
“Mi tía Renza no imagina siquiera que hoy, en su homenaje, escribo yo esta carta.”
Ana María Gil Champredonde
DNI 10.741.538
anagil17@yahoo.com.ar

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